lunes, 6 de mayo de 2013

La justicia es ... ¡injusta!

Buenas tardes a todos/as:
hoy puedo afirmar que la justicia además de no ser justa, está ciega, ya que no es comprensible que los dictámenes jurídicos en España, recaigan solo en manos de una interpretación de un señor o señora que se hace llamar juez.
Aquí en España, no es como en EEUU que los abogados demuestran con pruebas los hechos y luego mediante un speech, tratan de convencer a un jurado de que su cliente es inocente o por contra que tiene derecho a lo que demanda. Y en última instancia quienes dictaminan la sentencia son los miembros del jurado, y luego el juez lee el veredicto y crea jurisprudencia.
En cambio aquí en nuestro país, los abogados son meros lectores de las leyes y no tienen que realizar un speech para convencer a ningún jurado, ya que lo único que llevan a cabo es la lectura y bastante rápido de lo que demanda su cliente, previo entrega de un informe al juez con lo mismo que luego alegan en sala. La intervención del abogado solo es meramente de lector. Y la parte de la fiscalía también se dedica a leer sus razones, pero en ningún momento se meten a debatir las razones del demandante, solo leen sus razones para contrarestarlas y acaban la intervención.
Una vez realizada las dos lecturas de ambos letrados, el juez da paso a los peritos de quien corresponda y una vez que oye al perito, dicta que está visto para sentencia.
Todo este proceso no conlleva más de 20 minutos, ya que los juzgados de lo laboral están llenos de casos y no se entretienen mucho más.
Pues bien, en este caso específico, podemos decir que el juez no ha leído los informes del demandante, ya que según su resolución, indica que el demandante no está en posición de exigir, ya que su mejoría es notable. ¿?
Cómo puede ser posible que dictamine dicha sentencia, cuando hay informes que demuestran que el demandante se encuentra en un estado de no poder desempeñar su función, dicho por el médico que le lleva, el cual apunta que no puede desempeñar acción laboral ninguna. Y es una opinión de un profesional que lleva toda la vida estudiando el tema y cuya opinión es válida a nivel internacional. En cambio, el juez, es un señor ignorante en dicha materia, que debe aceptar el testimonio del profesional y en base a ello dictaminar sentencia, favorable o en contra, pero lo que no puede o mejor dicho no debe hacer es jugar a ser médico e indicar que el paciente a su juicio, ha mejorado ostensiblemente y no padece caso tan agudo como le indica el profesional médico.
Pero en este caso, el juez ha sorprendido a propios y extraños y se ha quedado tan a gusto dictaminando que la sentencia es desfavorable pese a que no hay base en la que fundamentar su impresión. Pero por desgracia en España, los jueces se basan en sus impresiones más que en sus informes, y no tienen en cuenta para nada que pueden con su sentencia marcar la vida de una persona y para mal en este caso.
La incredulidad de la sentencia es tal, que el abogado demandante ha decidido interponer recurso ya que no considera que el juez haya basado su sentencia en hechos refutables y probados, sino en impresión personal que no es demostrable bajo ningún concepto. Por ello el abogado ya tramita el recurso y está convencido en que va a ser favorable, ya que los informes médicos así lo indican y la ley lo que debe hacer es juzgar lo que se ve, no lo que uno quiere ver o interpretar.
Ciertamente no creemos que el recurso vaya a prosperar para bien, ya que por desgracia en España la situación económica manda y mucho me temo que la orden a los jueces de lo contencioso laboral es que denieguen todo tipo de sentencia favorable, ya que las arcas del estado no están para tirar cohetes. Pero es que desgraciadamente hay gente que no pide por pedir, sino que necesita un sustento estatal, ya que por sus propios medios no puede generarlos, porque en una año, falta a su puesto de trabajo 271 días, lo que conlleva que sea despedido.
Pero..., eso a los jueces se la bufan. Además en este ejemplo queda claro que el poder judicial no es independiente respecto al Estado, y que como mucho nos tememos, sigue las directrices de lo que le marcan.
Por eso aseveramos sin miedo a equivocarnos, que la justicia además de ciega, es contraria a su nombre, es injusta, ya que no es independiente del gobierno de turno. ¡Vergonzoso!
Como siempre solo he tratado de contar una verdad que en este caso es flagrante, ya que además de ser única y absoluta, a ojos de todos los mortales, para un señor que se hace llamar juez, no es tal, sino que él dictamina según su verdad.
Hasta la próxima:
EL ABUELO.

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