viernes, 4 de abril de 2008

La "Dulce" soledad doméstica.

Buenos días a todos/as:
hoy voy a hablaros de la ocasión enm la que nos quedamos solos en la casa de uno por espacio de una semana. Si ya sé, que la mayoría de las personas piensan que es una situación inmejorable y que más de uno daría lo uqe fuese por padecer semejante ocasión; pero les aseguro que no es tan bonito como aparenta. Vayámos por partes:
A) la parte positiva es que efetivamente, pasas a ser el "dueño y señor" del territorio, o sea, la casa y que por ende puedes y haces lo que te venga en gana; desde ir en "pelotas", hasta comer los cparichos que más te gustan y hasta albergar reuniones con amigos y amigas para echarse un Mus y esas cosillas que tanto nos gustan y que tan "educativas" son.
Otra ventaja enorme, (por el tamaño sobre todo), es la posibilidad de poder usurpar durante tu estancia en solitario la cama de matrimonio de tus padres, la cual es enorma y por supuesto es más comoda que la tuya; y además yo tengo excusa, ya que en el cuarto de mi madre, al ser más grande, Chiste (mi perro, Labrador), y yo dormimos mejor; por supuesto no he de decir que el perro es quien más ocupa en la cama, jajaja.
Por último de los positivo, los horarios. Estando solo, te levantas cuando te sale de las narices; (aunque las obligaciones no me lo han permitido), y las horas de la comida, por supuesto son aquellas que tu estómago te dicte, (sean las 15.00h, sean las 3.00h); si ya sé que esto a un nutricionista le pondría los pelos de punta, pero... ¡¡¡la libertad es eso amigos/as!!!.
B)La parte positiva es la que en un principio no observamos en el día a día, porque no somos conscientes de ella, ya que eas parte negativa, siempre la llevan a acabo otras personas. Si, me refiero a los cuidados domésticos.
Efectivamente el primer día todavía no somos conscientes del llamado polvo, ese gran "amigo" que nunca deja de asistir a su cita diaria. Pero he aquí que a partir del segundo día, compruebas que la mesa de cristal ya no es tan transparente, sino que hay como polvillo, al cual no le das importancia, o simplemente soplas sobre él creyendo que así desaparecerá; y efectivamente desaparece de la mesa, para transportarse a otro lugar posteriormente. Al pasar ya 3 días, compruebas que la casa va adquiriendo un tono más triste que el que tenía cuando te quedaste solo; pero aún así, no piensas en ponerte a limpiar, ¡¡¡que la libertad de estar solo es esa!!!. Pero lo que si que te preocupa es la cocina, ese recinto esencial para la supervivencia; ya que te das cuenta que la pila se acumula con platos y cosas, que habitualmente cuando está en casa tu madre, ¡¡¡no pasa!!!. Es en esos momentos cuando te pones a fregar (chicos os aseguro que no pasa nada por hacerlo), que piensas: "pues al final esto de quedarte solo, no va a ser tan bueno como pensaba". Es en este instante cuando recuerdas que en 3 días llega tu madre a casa.
Y como si te estuviera leyendo el pensamiento, justo recibes la llamada telefónica de rigor en la cual, ante la pregunta de: ¿qué tal todo?, ¿con ganas de que vuelva?; contestas con una sinceridad asombrosa, que deseas que vuelva cuanto antes, ya que la situación empieza a desbordarte; pero claro está, eso no se lo dices a tu madre, sino que argumentas que sin ella la casa está vacia, que el perro la echa de menos, que... etc.
Otro aspecto negativo a destacar es la obligación perruna. Si es cierto, que estoy encantado de tenerla, pero la verdad, cuando tienes que levantarte 30 minutos antes 7.00h para sacarle, te entra un no sé que... (más de uno dejaría que el perro se hiciese las cosas en la terraza ¡¡¡Y no lo digo por nadie!!!!). Y lo mismo pasa para la tarde y la noche, has de tener en cuenta el perro para llevar a cabo tu horario. Y entonces es cuando te das cuenta que las veces que tu madre saca al perro, esas veces tú tienes libertad, una dulce libertad.
Por eso amigos, cuando hablamos de "DULCE" libertad, hay que pensar, si es la libertad de la soledad, o es aquella libertad que poseemos, la saber que hay una persona que se encarga de limpiar la casa, de arreglar la ropa, de hacer la comida...
Si, esa se la libertad, que cuando no eres independiente tanto te gusta, pero que a su vez te hace falata perderla, para saber afrontar el futuro, ya que no nos engañemos, con nuestra pareja, jamás actuaremos como cuando estamos en "casa", y nos transformamos y nos creamos nuestra "DULCE" libertad, compartida con ella/él.
Bueno amigos/as, espero que esta lectura les haya hecho recapacitar en los aspectos del trabajo de la madre/padre y en lo muy egoístas que nos hacemos, ya que damos por hecho cosas, que cuando nos toca hacerlas a nosotros... ¡¡¡¡Dulce soledad, pero solo hasta que aparezca la suciedad!!!.
Indicar que no pretendo imponer mi criterio, sino que como siempre expreso mi "Verdad".
Hasta la próxima, un saludo:
EL ABUELO.

No hay comentarios: