sábado, 6 de diciembre de 2014

El adiós de algo más que un "amigo".

Buenos días a todos/as:
en el día de hoy voy a escribir el artículo que jamás uno desea escribir en toda su vida, es un artículo de despedida, a uno de los mejores amigos, por no decir el mejor que un hombre o mujer puede tener en su vida, es el adiós a su mascota.
El pasado día 2 de diciembre de 2014, tuve que afrontar la que hasta ahora, a día de hoy ha sido sin lugar a dudas una de mis decisiones más duras que he tenido que tomar, me refiero a practicarle a mi perro la eutanasia, tras 13 años de vida maravillosa a mi lado al de mi familia de un modo incondicional; pero desgraciadamente en esta vida, todo tiene un principio y un final, y para mi "amigo", el principio fue el 27 de mayo de 2001 y su final, decidido por mi, debido a su ya poca calidad de vida, fue el pasado 2-12-2014, fecha que jamás podré olvidar, ya que muy a mi pesar, decidí que el sufrimiento de mi perro debía acabar, por mucho que los sentimientos de cariño hacía él fueran tan grandes que me hicieran pecar de egoísta y querer así prolongar una vida, que ya rayaba en la agonía. Pero gracias a Dios, mi razón prevaleció sobre mi corazón y le hice el último favor a mi mejor "amigo"; le dí el descanso que tanto se merecía tras más de 13 años de amistad, lealtad y amor incondicional.
Mucha gente creerá que los hombres no somos quienes para decidir sobre la vida de otro ser vivo, que no tenemos que jugar a ser Dios, pero os aseguro, que cuando ves que en tu casa, hay un animal, que a pesar de sus limitaciones graves, intenta seguir siendo ese perro jovial que te saludaba al entrar, que te seguía a todas partes donde ibas, pero que por su movilidad trasera, ya no podía hacerlo, por mucho que lo intentaba y que además el esfuerzo realizado le agotaba, es cuando te planteas, si de verdad la calidad de vida de tu perro es la adecuada, y si quieres verle sufrir día a día, viendo como no controla sus esfínteres y acaba por hacerse sus necesidades en la casa, pero mirándote con la cara que tú muy bien conoces de "perdón no he podido aguantarlo, espero que no te enfades conmigo". Y claro, tú no te puedes enfadar, ya que sabes que no lo ha hecho porque sí, sino porque su deficiencia motora no le permite ya, ser un perro, sino más bien una alfombra canina.
Y la verdad, cuando ves el sufrimiento que padece tu "amigo", que se esfuerza como siempre, pero que no consigue levantarse por mucho que lo intente y que no deja de intentarlo hasta echar babas del esfuerzo por su boca y caer rendido, es cuando tu corazón resquebrajado, deja paso a tu mente más racional y es cuando se filtra una idea que nunca quieres que a ti te ocurra, pero que ha llegado, y es sacrificar a tu "QUERIDO AMIGO" no porque sea un incordio o porque te de mucho trabajo, sino porque eres tú quien se pone en situación y sabes de sobras, que si la decisión fuera a la inversa, ese "amigo", jamás querría verte sufrir como le ves sufrir a él, y de ahí que lo más "humanamente" decente que puedas llevar a cabo es acabar con su sufrimiento.
Otros dirán que esto no es justificación y que solo está de la mano de Dios el llevarse una vida. Pues bien, a esa gente les digo: "¡qué os den!" ya me gustaría veros a vosotros en la tesitura de ver como día a día tu "mejor Amigo" se deteriora sin él entenderlo y ver su baldío esfuerzo por ser como siempre. Cuando experimentéis eso, podremos hablar de tú a tú.
Por eso te digo amigo mio desde este humilde artículo que SIEMPRE ESTARÁS CONMIGO", que tu recuerdo será eterno mientras las personas que contigo han vivido te tengan en su corazón, y yo además de tenerte en mi corazón de por vida, te llevo en mi piel, tatuado en mi pecho, para siempre recordarte como lo que para mi has sido, más que mi amigo, has sido el motor de mi vida en 13 años, ya que has estado en los momentos más dulces y tristes siempre a mi lado, sin esperar nada más a cambio que mi caricia; gracias de todo corazón, y ojalá sea cierto que hay un más allá, y que podamos reencontrarnos allí, tú pegando esos brincos ansioso de mi llegada, como cuando a casa llegaba y me saludabas como si una década hubiera pasado desde la última vez.
Gracias de corazón por ser lo más noble que he conocido y por lamerme la última vez allí en la camilla tendido como queriendo decirme que: "no pasa nada, que es la mejor decisión posible, creeme, te lo agradezco de todo corazón, y te espero allá donde vayamos". Hasta en esos últimos momentos la nobleza de tu carácter sobresalía para insuflarme los últimos ánimos que uno tenía.
Eres mi AMIGO, ese que nunca olvidaré por mucho que los años pasen.
GRACIAS.
Hasta pronto:
EL ABUELO.

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